Nosotros

¿Quienes Somos?

Los grupos de familia Al-Anon, que incluyen Alateen, existen desde hace cerca de 60 años. Somos un recurso comunitario de naturaleza no profesional que provee ayuda a todas aquellas personas afectadas por la forma de beber compulsiva de un ser querido.
Hoy, hay alrededor de 26.000 grupos de Al-Anon y Alateen en 110 países. En el Perú el primer Grupo Al-Anon comenzó en el año 1965. Actualmente contamos con reuniones virtuales y presenciales en diferentes lugares del país.
El Programa de Recuperación de Al-Anon se basa en la adaptación de los Doce Pasos y las Doce Tradiciones de Alcohólicos Anónimos. Los Pasos son la base para la recuperación personal y las Tradiciones ayudan a los grupos a mantener la unidad y camaradería.
En los Grupos de Familia Al-Anon aprendemos sobre la enfermedad del alcoholismo en la familia y creemos que un cambio de actitud del familiar es de inmenso valor para el alcohólico y ayuda en numerosos casos a su recuperación.
En los Grupos de Familia Al-Anon aprendemos sobre la enfermedad del alcoholismo en la familia y creemos que un cambio de actitud del familiar es de inmenso valor para el alcohólico y ayuda en numerosos casos a su recuperación.

¿Qué es el Alcoholismo?

La Asociación Médica Americana reconoce al alcoholismo como enfermedad que puede ser controlada pero no curada. Se caracteriza por el deseo incontrolable de beber. Al principio puede ser que el alcohólico controle sus tragos, pero una vez que se convierte en obsesión ya no le es posible controlarse por sí mismo.
Cuanto antes el alcohólico comprenda la naturaleza de su mal, según los miembros de Alcohólicos Anónimos (AA), tanto más pronto estará en camino de recuperarse. Creen que el alcohólico deben «tocar fondo» antes de buscar su propia recuperación. Tocar fondo significa admitir que tiene un problema con la bebida, estar dispuesto a aceptar que no puede afrontar solo el problema y desear la sobriedad por sí mismo y no para complacer a nadie más.

Progresión Alcohólica

Se sabe que el alcoholismo es una enfermedad progresiva, que puede ser controlada pero no curada y que sólo empeora mientras el alcohólico sigue bebiendo y hasta que deje de tomar. No es un vicio ni está causado por una debilidad de carácter ni por el deseo de herir a otros.
Podemos identificar a un alcohólico en una de estas etapas:
1
Ser un gran bebedor que no ha infligido daños considerables a sí mismo o a otros. Es llamativo sin embargo, que los períodos entre uno y otro exceso se van acortando y cada vez consume más alcohol.
2
El bebedor comienza a tener problemas serios. Tal vez haya perdido el trabajo a causa de su bebida o su vida familiar se ha visto afectada. Empieza a pensar que necesita ayuda pero aún cree que puede controlar el hábito de la bebida. Mientras tanto aumenta la dependencia al alcohol y más ámbitos de su vida se van deteriorando cada vez más.
3
Reconoce que su hábito de beber le está causando problemas y que él no puede controlarlo, pero vacila entre el deseo de dejar de beber y la resistencia a hacerlo.
4
El bebedor parece casi irrecuperable. Los daños a su alrededor son ya demasiados.
5
Sólo le queda la locura o la muerte.
Para los familiares, comprender el alcoholismo significa aceptar que sin importar lo que hagan sus seres queridos, el alcohólico tiene que «tocar fondo» por sí mismo. No todos lo hacen en la misma etapa del alcoholismo, pero en cualquier momento que busquen ayuda para dejar de beber, pueden encontrar el camino a la recuperación.

¿Cómo afecta a la familia y amigos?

Se puede ver lo que la bebida le hace al alcohólico. Pero ¿puedes ver lo que te hace a ti? El alcoholismo es una enfermedad de la familia. Cuanto mayor sea el contacto directo con el alcohólico, mayor será la afectación. Los más cercanos sufren, se preocupan y se sienten finalmente atrapados por la conducta del alcohólico. Frente a ella, reaccionan, se avergüenzan, tratan de controlar la situación y, ante el fracaso, se llenan de culpa, angustia o ira. Al renovarse las promesas de cambio del alcohólico, vuelven a creer, a confiar y al presentarse un período de abstinencia de bebida, vuelven a pensar que no volverá a ocurrir. Descreen de sus propias percepciones y niegan que tengan un problema.
El alcohólico mira la botella y el familiar mira al alcohólico, y en este accionar y reaccionar continúan interactuando. Pero la relación entre el alcohólico y su familia no es unilateral. La familia también afecta a la persona alcohólica y a su enfermedad. Algunas familias logran ayudar a que el miembro alcohólico reconozca su necesidad de ayuda y tratamiento. Otras, por el contrario, pueden desalentarlo e incluso actuar de manera que su conducta sea un estimulante para la enfermedad.
En la actualidad se cree que el tratamiento más exitoso para el alcoholismo es el que brinda ayuda tanto al alcohólico como a los miembros de su familia y de su entorno más cercano.
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